
En el momento de girar la esquina y entrar de nuevo en el callejón, la ciudad apagó el volumen, desapareció, se murió, salí de ella... Y la falta de sonidos hizo que se viera mejor. Brillos, reflejos, humedad azul y humeante, una calle en blanco y negro que antes era marrón y, apagado, frio y viejo, mi pequeño escarabajo gruñía en la sombra. Solo.
Estaba abierto. Nunca fue necesario cerrarlo, nadie lo quiere, nadie lo necesita. Me metí dentro respirando humedades que tenían 6 años y enfriándome por el frio de hace 6 inviernos. No encontré postura envuelto en mi gabardina mojada y, al darme cuenta de que aún la tenía puesta, pensé en si querría decir que sólo estaba de paso. ¿Sería como no aceptar un café a tus anfitriones porque "ya me marcho ahora"?.
Hacía años que no volvía al viejo coche con el que había atravesado mis sueños. Con el que los había convertido en cruda realidad. Con el que me había alejado de él y de mi. Mi pequeño escarabajo, el de las cintas de Rory y la inocencia devoradora.
Hacía años que no volvía al viejo coche con el que había atravesado mis sueños. Con el que los había convertido en cruda realidad. Con el que me había alejado de él y de mi. Mi pequeño escarabajo, el de las cintas de Rory y la inocencia devoradora.
He vuelto amigo, vámonos.
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