
Y así vamos despeñando nuestra atencion por nuestra escala de valores. Vamos descendiendo otorgándoles el trato de "esenciales" a nimiedades que, minutos antes de nuestro último tropezón, no tenián valor alguno para nosotrxs. Cosas que no te llenan ni te llenarán la vida, pero que te distraen y te suavizan un poco el mal rato que, una desgracia o un inafrontable desatino, te hacen pasar. Tiene pelotas... qué simpleza.
Pero estas son nuestras herramientas de supervivencia y no están mal. No están mal si admitimos el mal como algo intrínsico a la realidad y entendemos que las cosas, tristes o no, suceden porque han de suceder y nosotros habremos de atravesarlas con valentía y fuerza. Y cuando te duela un lado del pecho, piensa en el otro. Piensa y sigue caminando.
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